domingo, 28 de septiembre de 2008

"No quiero volver a China"




Ting Nin llegó desde Funkein, China hace tres años a nuestro país. Es un jóven algo tímido, con ciertos rasgos de humildad en su forma de actuar y con un carisma encantador. Tiene 25 años, y está casado con Yan-Yan Güi de 23 años, con quien tiene una hija de tan sólo 11 meses.









Contrajo matrimonio en Chile, y junto a su esposa decidieron buscar algún tipo de trabajo que los sustentara. Ting Nin llegó hasta acá siguiendo las recomendaciones de su familia, quienes lo impulsaron a tener un trabajo estable en un país en donde ganara lo suficiente y fuera fructífero para él, eligiendo como opción nuestro país.














Cuando llegó a Chile, Ting Nin no tenía ni la menor idea sobre el español. Jamás entró a estudiar a alguna academia ni tampoco estuvo en cursos para aprender el idioma. El sólo ha aprendido escuchando al resto.
A pesar de llevar tres años en Chile, aún su lenguaje es precario, pero al menos puede comunicarse con diálogos básicos y esenciales.









Comenzó a trabajar de mesero en Santiago, en un local de comida china administrada por un chileno. Gracias a la ayuda de este empleo, Ting Nin pudo comprar una pequeña casa que se ubica atrás del local, con quien vive junto a su mujer e hija.














Poco a poco, la familia de Ting comenzó a adquerir una buena renta, saliendo cada vez más a flote y con mayores éxitos laborales. Chile le empezó a abrir nuevas puertas y nuevas expectativas de vida al reciente inmigrante chino.














Fue así como Ting Nin comenzó a ganar más confianza con su jefe chileno gracias a su desmepeño laboral, logrando hacer diversos acuerdos económicos con éste. Ya a mediados de Febrero de este año, Ting Nin pudo comprar el mismo negocio en donde trabajaba, llamándolo "Fu Lin", en donde siguió con la venta de comida de china, como el wantán, carne mongoliana y arroz de diversos tipos.






El restorant "Fu Lin" está ubicado en el centro de Santiago, en la calle Santo Domingo a dos cuadras de la Plaza de Armas.

El lugar es más concurrido a la hora de almuerzo, y generalmente se ven más clientes orientales que chilenos. Además, uno de sus grandes demandantes son los alumnos de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor, que está situada sólo a media cuadra del restorant.
"Siempre vienen a comprar comida para llevar. Sobretodo los arrollados de primavera con salsa de soya, que es lo que más se vende", afirma Ting Nin.












A Ting Nin le ha ido bastante bien. No tiene ninguna queja en contra de Chile ni de sus habitantes, y al parecer tampoco tiene las mínima intención de volver a probar oportunidades en su país natal. Y si lo hace, sólo será para ver a sus padres y familiares, pero no para vivir. "Estamos bien aquí con
mi familia. Yo no quiero volver a China. Al menos no ahora, quizás el día de mañana tenga que hacerlo, pero mientras aquí tenga lo que necesito y me siga iendo bien, no tendré ganas de volver".









Por, Paulina Padilla.

viernes, 5 de septiembre de 2008

DE PASO POR CHILE



La mayoría de los chilenos tendemos a generalizar las razones de los inmigrantes en nuestro país. Creemos que sólo se tratan de fines económicos, y hasta algunos llegan a pensar que sólo “nos vienen a quitar nuestros trabajos”. Sin embargo, cada caso tiene su historia particular. Muchas de ellas nos asombran y nos hacen romper aquellos esquemas que teníamos establecidos.

Tal es el caso de Carlos Funes, un peruano de tan sólo 35 años, soltero, que vino para quedarse por un tiempo indefinido en Chile. Hace 8 años que llegó a nuestro país, luego de haber viajado por diversos lugares de Latinoamérica.

¿Pero qué es lo que hace a este personaje ser alguien especial e interesante dentro de todos los peruanos inmigrantes en nuestro país? Si bien la mayoría de éstos vienen en busca de mejores oportunidades económicas, Carlos quiere zafarse de ese paradigma. Lo que él busca en cada territorio que pisa, es conocer sus paisajes, conocer su idiosincrasia, pasarlo bien y aprovechar de las cosas buenas de la vida. En definitiva, vino a turistear. Si algún tipo de oportunidad económica salía al paso, no le vendría mal, pero para él, éstas no se convertirían en sus objetivos primordiales.

Comenzó su travesía de "patiperro" cuando acababa de salir del colegio, tomando su primer vuelo hacia Uruguay, donde permaneció allí durante un año y medio, con apenas 20 años. Luego decidió trasladarse a Argentina, donde vivió casi dos años, allí comenzó a trabajar como cajero en negocios de comida rápida, que le proporcionaba un sueldo rentable y fructífero para lo que necesitaba. A medida que empezó a adquirir más experiencia en este rubro, decidió crear su pequeño negocio de churrascos, llamado “Cheveríssimo”. Éste, sin embargo, obtuvo su primer local fijo en la calle “Grajales”, situado en el conocido “barrio universitario” de la capital de nuestro país.

A pesar de ser un lugar bastante acogedor y limpio, no es tan conocido por los jóvenes que rodean comúnmente esas calles. Aún así, Carlos asegura que sus ventas van bastante bien, y que no tiene mayor problema con eso. "Cheveríssimo" se especializa en la venta de sandwichs peruanos, tales como el Lechón, el Cicharrón, el Pollo a la Brasa, la Butifarra, el Pavo y el Asado. Los precios de éstos se ven bastante asequibles, los tamaños más grandes cuestan alrededor de 2.900 pesos, mientras que el más pequeño sólo cuesta 1.900 pesos. Son bastante sabrosos y tienen como aquel gustito casero que nos deja satisfechos.

Aún así, Carlos no asegura quedarse aquí para siempre: “a pesar de que mi estadía en Chile no ha sido mala, me gusta ir viajando de un lugar a otro constantemente. Creo que soy una persona que necesita recorrer distintos lugares”.

A pesar de la exhaustiva colonia de peruanos existente en nuestro país, Carlos prefiere mantenerse al margen. Y no precisamente porque le desagraden o cosa por el estilo, sino más bien porque sus fines aquí son otros. Ha mantenido una muy buena relación con los chilenos, y a pesar del orgullo y patriotismo que siente hacia su tierra, no participa de aquellas conglomeraciones peruanas que se crean en la Plaza de Armas de Santiago, ni tampoco comparte con algún grupo de éstos.

Carlos vive solo en Chile. Compró una casa cerca de dos cuadras de su lugar de trabajo, lo cual lo hace estar aún más satisfecho de la calidad de vida que lleva aquí. Todos los fines de semana, prefiere quedarse en su hogar viendo televisión, y por las noches sale a divertirse al concurrido “barrio Suecia”.

Aún así, extraña a su familia. Sobretodo las comidas y las costumbres de su país. Es más, trató de incitar a sus padres y a sus hermanos a que viniesen a vivir a Chile, pero éstos no aceptaron. “Ellos no tienen ni la menor intención de venirse a vivir aquí. En Perú tienen todo lo que necesitan y se sienten cómodos estando allá. Además, aca en Chile existen las mismas oportunidades que hay allá".

A pesar de la gran añoranza que Carlos siente, asegura que esto no le causa un dolor insoportable y que puede vivir perfectamente con aquello. “Tengo algunas fotos de mi familia en mi casa, y nos llamamos por teléfono constantemente. Así los siento un poco más cercanos”.

Además, asegura que a su país natal no lo cambiaría por ninguno. Y que a pesar de haber conocido lugares maravillosos, que le ofrecían grandes oportunidades, su mentalidad siempre ha estado en volver al Perú. “Para mí, mi país es el lugar más lindo de todo el mundo. Es la tierra en donde quiero envejecer y morir. Si me dieran a escoger, Perú siempre será mi primera opción”.




Por, Paulina Padilla.