Ting Nin llegó desde Funkein, China hace tres años a nuestro país. Es un jóven algo tímido, con ciertos rasgos de humildad en su forma de actuar y con un carisma encantador. Tiene 25 años, y está casado con Yan-Yan Güi de 23 años, con quien tiene una hija de tan sólo 11 meses.
Contrajo matrimonio en Chile, y junto a su esposa decidieron buscar algún tipo de trabajo que los sustentara. Ting Nin llegó hasta acá siguiendo las recomendaciones de su familia, quienes lo impulsaron a tener un trabajo estable en un país en donde ganara lo suficiente y fuera fructífero para él, eligiendo como opción nuestro país.
Cuando llegó a Chile, Ting Nin no tenía ni la menor idea sobre el español. Jamás entró a estudiar a alguna academia ni tampoco estuvo en cursos para aprender el idioma. El sólo ha aprendido escuchando al resto.
A pesar de llevar tres años en Chile, aún su lenguaje es precario, pero al menos puede comunicarse con diálogos básicos y esenciales.
Comenzó a trabajar de mesero en Santiago, en un local de comida china administrada por un chileno. Gracias a la ayuda de este empleo, Ting Nin pudo comprar una pequeña casa que se ubica atrás del local, con quien vive junto a su mujer e hija.
Poco a poco, la familia de Ting comenzó a adquerir una buena renta, saliendo cada vez más a flote y con mayores éxitos laborales. Chile le empezó a abrir nuevas puertas y nuevas expectativas de vida al reciente inmigrante chino.
Fue así como Ting Nin comenzó a ganar más confianza con su jefe chileno gracias a su desmepeño laboral, logrando hacer diversos acuerdos económicos con éste. Ya a mediados de Febrero de este año, Ting Nin pudo comprar el mismo negocio en donde trabajaba, llamándolo "Fu Lin", en donde siguió con la venta de comida de china, como el wantán, carne mongoliana y arroz de diversos tipos.
El lugar es más concurrido a la hora de almuerzo, y generalmente se ven más clientes orientales que chilenos. Además, uno de sus grandes demandantes son los alumnos de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor, que está situada sólo a media cuadra del restorant.
"Siempre vienen a comprar comida para llevar. Sobretodo los arrollados de primavera con salsa de soya, que es lo que más se vende", afirma Ting Nin.
A Ting Nin le ha ido bastante bien. No tiene ninguna queja en contra de Chile ni de sus habitantes, y al parecer tampoco tiene las mínima intención de volver a probar oportunidades en su país natal. Y si lo hace, sólo será para ver a sus padres y familiares, pero no para vivir. "Estamos bien aquí con
mi familia. Yo no quiero volver a China. Al menos no ahora, quizás el día de mañana tenga que hacerlo, pero mientras aquí tenga lo que necesito y me siga iendo bien, no tendré ganas de volver".
Por, Paulina Padilla.
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